Hay maneras de quedar mal quedando bien. O también podría decir que hay maneras de entrar en la dimensión desconocida, siempre y cuando uno no asuma que el olvido nos ataca con la edad. O también podría decir que, en ocasiones, el doble lo salva a uno. En fin, hay maneras de quedar mal quedando bien, y esta es la mía. Hace exactamente dos años, Raquel me escribió un correo para invitarme a participar en una antología de textos «no-ficticios» que buscaba reunir relatos, historias, crónicas, ideas «sobre el tren subterráneo (metro, subway , subte)», tal como lo señaló ella. Acepté encantado, pues conocía el trabajo de Raquel y me parecía una chica seria. Hacía poco había sido jurado en un concurso literario en Caracas y un poemario de ella me había agradado mucho; de hecho, su trabajo había quedado finalista. Aquel correo me lo enviaba Raquel en junio y acordamos que el plazo de entrega sería en sep...
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