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Kolinda, el mal fanático y tu buen corazón




La mayoría de la gente tiene un buen corazón. Quizás yo no lo tenga, y por eso me cuesta tanto apasionarme por una figura pública, por un artista, por un escritor. Quiero decir, los seres humanos son seres humanos, ¿no?


Durante unas semanas todos amamos a Kolinda, ahora, ya terminadito el fútbol, resulta que sale a relucir que la preciosa y admirada Kolinda tiene su lado oscuro. No voy a explayarme en esto, pero es así. Pero Kolinda, nunca debemos olvidarlo, pertenece a la casta o la raza, como quieras, de los políticos. Y los políticos, queridos amigo, siempre serán políticos: harán de todo para despertar simpatías y levantar votos y así mantenerse en el poder. Eso es así, debemos asumirlo que es así. Es normal que así sea, nadie se exalte. 

No sabíamos quién era Kolinda, pero la vimos abrazando jugadores croatas bajo la lluvia y la amamos. Es mujer, es bella, es simpática, habla varios idiomas, es presidenta de un país, parece espontánea y abraza a guerreros futbolistas bajo la lluvia. Todos creyeron que era un ángel caído del cielo. Ahora por allí andan soltando algunos trapos sucios de Kolinda, y no son precisamente los que se ensuciaron con el barro y la lluvia en la estadio de Moscú.

Entonces, ahora que sabemos unas cuantas cosas que quizás no nos gusten, ¿vamos a insultar a Kolinda? ¿Vamos acaso a llenarla de epítetos porque nos «engañó»?

Querido amigo, Kolinda sólo hacía su trabajo político, y tú, querido amigo, tienes un gran corazón inocente y necesitado de figuras angelicales. Así que la culpa no es de Kolinda, precisamente. Sí, a lo mejor tampoco es nuestra, por lo menos racionalmente no: porque es así, todos tenemos un gran corazón, y en el fondo, la mayoría de nosotros somos de lo más inocentes.

Pero mira tú, ¿de verdad hace falta tanto amor en extremo? ¿Tanto fanatismo por alguien? Yo no lo puedo saber porque nunca he podido serlo. Me falta garra, pasión para ello. Recuerdo cuando tenía catorce. Unos cuantos amigos míos eran fanáticos de Durán Durán, y lo sabían todo de Durán Durán, de su cantante, de los músicos, de sus giras, todo eso. Yo no, yo sólo tenía un disco de Durán Durán y me gustaba mucho, y si acaso sabía que Simón Le Bon era su cantante. ¿Que no eran norteamericanos, que eran ingleses? Ah, gracias, no lo sabía. También hace unos años atrás fui con un grupo de amigotes cuarentones a un concierto de Iron Maiden. Yo siempre escuché a Iron Maiden, me encantaba, pero sólo en ocasión del concierto me vine a enterar del nombre del vocalista. Y luego, luego en el concierto, mis amigos cantaron todas, todas las canciones de Maiden. Yo, a su lado, gritaba los coros de las que no me sabía luego de haberlos escuchado y miraba a mis amigotes como diciendo, qué gran canción, sí que gran tema. Pero en verdad, lo confieso, algunas canciones no me las sabía. 

Y bueno, Kolinda, pues Kolinda se robó el show. Todos la adoraron (como dice todo el mundo hoy día: «¡Adoré esa película!, ¡adoré ese poema!, ¡adoré a Kolinda!») Pero del amor al infierno, pues tan sólo un paso. 

¿De verdad debo quemar los libros de Junot Diaz e insultarlo por las redes cuando me entero de que, a lo mejor, el hombre aprovechó su fama y su poder para ligar con mujeres o incluso, según algunas, para abusar de ellas? ¿De verdad tengo yo que caer en la depresión, reventarme de la rabia, expresarlo por las redes y luego quemar los libros del autor o botarlos a la basura? Me vas a disculpar, ¿pero quién te manda a idolatrar al tipo? ¿Ahora Junot Diaz es culpable también de romper tu corazón? Y ni siquiera lo conoces. 

¿Lo mismo pasará con Kolinda? ¿Qué hará la gente? ¿Insultarla porque tiene sus ideas cerradas sobre política migratoria? ¿Insultarla porque pertenece a un partido ultraconservador croata? ¿Insultarla porque quizás fue al mundial a derrochar simpatía para subir sus números en las encuestas de su país? Cuando las amaste, cuando la adoraste, durante le mundial, ¿te detuviste a buscar la biografía de Kolinda o te limitaste a leer las notitas pendejas que abundan en las redes? ¿Te vas a sentir engañado ahora por Kolinda? ¡Por favor! La culpa no es de Kolinda, mi querido amigo, la culpa es tuya.

Yo nunca pude ser un fan acérrimo de nadie, disculpa que lo remarque. Ni siquiera de David Lynch. Me da pereza, mucha pereza dedicarle horas y horas a investigar la vida de un artista. Me da realmente pereza también ver todas sus películas, leer todos sus libros, buscar todas sus entrevistas. No tengo ese temple, ese aguante. Soy un mal fanático, lo admito. O no sé. Lo que te puedo decir es que si David Lynch sale a decir que apoya a Donald Trump, yo digo, «Bien por Lynch y bien por Trump», y listo, porque, con todo, Lynch me sigue pareciendo un genio del cine y seguirá siendo una fuente de inspiración para mi trabajo. Y pues no, yo no voy a poner en mi muro de Facebook: «Fuck, Junot» o «Fuck, Lynch» o «Fuck, Kolinda», y no lo voy a hacer porque soy, lo digo de nuevo, soy un pésimo fan que no tiene corazón. Y así, donde no hay corazón, no hay nada para romperse.

Pero sigamos por ahí, sigamos amando, adorando y creyendo en todo lo que vemos y leemos en las redes (incluso este texto). Total, al final, artistas somos todos, y muchos tienen, definitivamente, un gran corazón.

P.D. Yo sigo "adorando" a Kolinda.

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