Armando José Sequera El domingo 1º de julio de 1923, la ciudad de Caracas despertó a la europea: cubierta en parte con la neblina que todos los días llegaba por Catia y con la noticia de un inusitado crimen palaciego: la noche anterior habían asesinado en Miraflores, la casa del poder, a Juancho Gómez, el primer vicepresidente de la República. Este hecho, como muchos otros de nuestra Historia, ha pasado largo tiempo huérfano de quien lo escriba literaria o cinematográficamente, pese a contar con numerosos elementos para ser considerado –incluso sin parches de ficción–, como material literario de primera. He aquí algunos de los principales elementos: el vicepresidente de la República es asesinado a escasos metros de la habitación de su hermano mayor, el más temido dictador que ha tenido Venezuela; la víctima es, por tanto, el segundo hombre fuerte del gobierno; se encubre el móvil del homicidio porque, según los rumores, deja muy mal parada a la familia gobernante, tanto si es el resul...