Ir al contenido principal

El origen de Rocanegras





Hace unos cuatro años, yo tenía un programa de radio en Valencia que se llamaba El arte de ocio. El programa consistía en que mi amigo José Javier Rojas y yo nos sentábamos a hablar de lo que se nos ocurriera, y poníamos además la música que se nos antojaba. Era como estar en la sala de tu casa, departiendo un rato. Pero claro, para que existiera una buena conversación, teníamos que prepararnos. Así que cada quien por su lado investigaba y traía algo, mejor si se trataba de un asunto curioso o fuera de lo común. En esas cosas andábamos, cuando un día, investigando para el programa, me dio por revisar un viejo ejemplar de Caracas física y espiritual de Aquiles Nazoa. Ahí encontré la historia de Vito Modesto Franklin. Me pareció fascinante y la llevé al programa. La comenté al aire, y la vida siguió, sin mayores sobresaltos en relación a mi descubrimiento.

Un tiempo después, ya en Caracas, el duque se me volvió a aparecer en Memorias de Armandito de Óscar Yánez. Y luego, en una feria del libro, me tropecé con el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar. Allí, pasando páginas, hallé otra vez al duque de Rocanegras. Leí el texto que hablaba sobre él, y abajo, en los datos bibliográficos, encontré que Vito Modesto había escrito una biografía. Fue tanta mi curiosidad, que un día me fui a la Biblioteca Nacional a buscar el ejemplar. Lo encontré en la Sala de Libros Raros. Aquella biografía (muy original, muy divertida) la copié a mano, íntegra en un cuaderno, y me llevé a la casa.

Fue entonces cuando empecé a pensar en escribir una novela; pero no directamente sobre el personaje, sino sobre la manera cómo el duque de Rocanegras se había ido apareciendo en mi vida en distintos momentos. Para mí, se trataba de una novela de aventuras. Los libros, sin duda, son una aventura. Escribí algunas páginas, pero el resultado no me convenció. Luego, a través de las lecturas de Ponson du Terrail y Gastón Leraux, se me ocurrió que Rocanegras podía tener un pasado fascinante relacionado con los caballeros ladrones. Y la aventura continuó presente, esta vez transformada en acciones realizadas por el duque. A partir de ahí, empecé a investigar más. Volví a la biblioteca, busqué en los periódicos de la época, en libros de historia, de teatro y de urbanismo, y luego, con una buena cantidad de datos históricos e invención propia en mis manos, escribí la novela.



_______________


Amigos:

Mañana, a las siete de la noche, en la librería El Buscón de Trasnocho Cultural, se le rendirá homenaje a la memoria de Vito Modestro Franklin. Esperemos que a él, desde su tumba, no le moleste. De paso, se presentará mi novela, y Armando Sequera hablará de ella.



"Me veo y no me veo"
El duque de Rocanegras


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Página de respeto

        Los libros, por lo general, llevan una hoja en blanco de primera página. Mire usted qué detalle: se le llama hoja de respeto o de cortesía. Nadie se detiene en ella. Creo que deberíamos hacerlo, tan sólo por un instante. Creo que deberíamos también, mientras vamos leyendo, estar conscientes de que, la primera página de ese libro es una página de respecto, de cortesía. Una página que calla. No importa el contenido, no importa la materia: todo libro que tenga esa hoja de respeto contiene la poesía. Esa hoja en blanco es la poesía, es la imagen perfecta de una revelación que no puede ser dicha con palabras. Lo que nos excede, lo que nos colma justo antes de la avalancha de las palabras. Los poetas lo saben. El buen poema está repleto de líneas de respeto. Y un buen libro de poemas abunda en páginas de respeto, de cortesía.

Breve estética del tatuaje

      El cuerpo, el tatuaje y la libertad       Comenzaré con una confidencia y una anécdota personal. Yo tengo un tatuaje en el hombro derecho, es pequeño, una especie de ave indoamericana que, en mi simbolismo interior y por razones personales que no vienen al caso, suelo relacionar con el Ave Fénix. Esta es la confidencia, ahora la anécdota personal: una vez alguien conocido me vio el hombro en una playa en la isla de Margarita y me dijo algo así como: «¡Vaya, que malote eres!». Quien decía el pesado sarcasmo estaba implicando que yo pretendía ser «malote» por tener un tatuaje. Con ello, sin mayor originalidad, hacía entrar el discurso por una vía de significados más que obvios. Por aquella en la que los tatuajes se relacionan, por ejemplo, con la criminalidad abyecta y nada romántica de los Hell Angels. No obstante, esa visión del mal no resulta descaminada, porque el mal, al fin y al cabo, se encuentra profundamente relacionado con el tema de la libertad. El

Historias que espantan el sueño en PROSOEMA

. Historias que espantan el sueño Editorial Alfaguara, Caracas, 2007. Ilustraciones: Pedro Aguilar. Este libro está compuesto por siete cuentos, varios de ellos, magistrales muestras de literatura de terror para niños y jóvenes. Me referiré especialmente a cuatro de estos relatos que hacen que su lectura se disfrute en verdad: "Yoamoatodoelmundo dice", "La playa solitaria", "El escondite con los risitas" y "La niñera mala". En el primero de tales cuentos, un niño conoce mediante el Chat a alguien que se identifica como Yoamoatodoelmundo. Con quien se oculta tras ese nombre inicia una relación epistolar de amor/odio que lleva a un final parecido a una de las más escalofriantes leyendas urbanas generadas por Internet: la de la doncella ciega (Blind Maiden). Tanto el desarrollo del relato, como su final, han hecho a muchos de sus lectores jóvenes perder el sueño y a muchos padres de éstos reclamar a la editorial por su publicación y a algunas docent