
Sí, muy bonitos los pingüinos y todo lo que ustedes quieran. Sí, la epopeya de los emperadores ganó el Oscar y tal. Pero si ustedes quieren ver una verdadera obra de arte, tan buena pero tan buena que la Academia no la nominó, pero que, en cambio, se llevó un premio especial del jurado en Sundance, tienen que ver este documental realmente inolvidable, profundo, duro, cruel, humano y devastador. Grizzly man, la historia Timothy Treadwell contada y narrada por el maestro Werner Herzog.
¿Quién era Timothy Treadwell? ¿Un ambientalista enclosetado (esto es un pleonasmo), un científico a la altura de aquella Fossey de los gorilas brumosos, un malandro redimido, un filósofo sui generis, un ermitaño harto de los abalorios del mundo, un verdadero artista que grabó más de cien horas de video sobre su vida entre los osos pardos, o un simple loquito de carretera? Averígüenlo ustedes, juzguen ustedes.
Grizzly man no es pingüinos, tampoco el cepo tonto de la bruja de Blair. Es real, y bien real. Nada más y nada menos que los estertores de la vida de Timothy Treadwell, el hombre que amaba profundamente a los osos pardos.
Advertencia: Un oso pardo llega a pesar más de 200 kilogramos, erguido más de 2 metros de altura, no solamente come carne de salmón (incluso les da por comerse a sus crías), y sus garras son mortales.
Comentarios
besos al joaco
Amén.
Un saludo, ando ahora algo despistado para publicar y comentar, pero por aquí sigo, fiel a los amigos viejos y a los nuevos.
Salud.