Por Alberto Hernández 1.- Se puede descubrir el mundo a través de un nombre, de una palabra que designe, que indique, que denote, que pronuncie las letras que identifiquen a una persona o a un objeto. Nombrar es descubrir, deshacer la sombra, conocer, saberse del otro y hasta saberse en el otro. Nombrar es aprender. Y aprehender. El primero que nombró a alguien se supo nombrado. Se descubrió. Y hasta se puso nombre para distinguirse de él mismo. Darle nombre a un árbol, a un animal. Darle nombre a un río, a un lago, a un mar es crearlo. Cada vez que nombramos o nos nombran nos inventan. Nos hacen visibles. “En el principio fue el Verbo”. Sí, el Nombre. Un verbo también nombra. El verbo es persona. Dios es el Verbo. Él se nombró. Se hizo. Cómodo hablar en primera persona del plural, enfático en nombrarse con el otro y ser parte de quien también se hace nombrar. Enseñar la cédula de identidad o el pasaporte nos hace nombrados, existentes. Sin nombre no somos. ...
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