En el pueblo de Boca del Río en Margarita está el Museo Marino, uno de los sitios más orgullosos de la isla, todo un ejemplo al trabajo serio y al amor por el país fundado por el señor Fernando Cervigón. Un poco más allá, cerca del mar, se encuentra una plazoleta donde se alza el monumento al bombero marino; una estatua colorida e ingenua de un hombre con uniforme que porta en sus brazos la que parece ser una niña que se estaba ahogando en el mar. Detrás del bombero y de la niña se levanta una columna que asemeja quizás una pared en ruinas, quizás una ola de mar; es difícil saber. Una placa en el pedestal nos informa que los bomberos marinos existen desde 1976, y el monumento desde el año 2000. Aquel hombrecillo heroico que lo protagoniza recuerda un poco a una de esas figuras populares de José Gregorio Hernández. Quién sabe, a lo mejor el médico se transmutó en un bombero de colorinches. El santo que aún no es santo ha hecho de todo y ha sido de todo. En la calle de atrás del museo, b...
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