Es interesante notar que en Kwaidan de Lafcadio Hearn, escritor, aventurero y recopilador de cuentos de fantasmas y de historias extrañas del antiguo Japón, el horror de la realidad no se manifiesta de un modo directo. En «La historia de Mimi-Nashi-Hoichi», el aeda es ciego, y ciego se enfrenta al mundo espectral sin saberlo. Los fantasmas están a su alrededor, le hablan, son una corte humana. Afuera vive el horror, pero él no lo sabe. Podríamos recordar acá un momento supremo de la literatura y del cine: las imágenes y los diálogos de Jack Torrance en el bar y los salones del Overlook en El resplandor. Torrance también estaba ciego, no veía a los fantasmas. La realidad, la monstruosa realidad, se transformaba en función del engaño. La locura, el mal, lo sobrenatural se transmutan y juegan a lo real; son pacientes, son artificiosos, nos seducen y nos lanzan por los caminos de la imaginación y del delirio. Al hablar de artificio, imaginación y transformación de la realidad, también es...